TEMA: LA POBLACIÓN NATIVA FRENTE AL INMIGRANTE.
La población
nativa frente al inmigrante
La xenofobia, la
xenofilia, la endofobia y la exofobia son las categorías en que se clasifican
las reacciones y conflictos que se producen por el contacto cultural entre la
población inmigrante y la nativa de un país.
La xenofobia se da cuando la población nativa rechaza y
discrimina a la población extranjera. Se evidencia en la discriminación del
inmigrante por sus condiciones étnicas, culturales o religiosas, o por tener
cierta nacionalidad o condición socioeconómica. Se manifiesta con actitudes
agresivas, de exclusión y prejuiciosas contra los inmigrantes, a quienes se
acusa de delincuentes o portadores de enfermedades contagiosas.
La xenofilia, al contrario de la xenofobia, consiste en
sobrevalorar al inmigrante por considerarlo superior y digno de ser imitado.
Es consecuencia, en gran medida, de un imaginario creado y alimentado por los
medios masivos de comunicación, que destaca a los extranjeros como personas de
carácter sobresaliente.
La endofobia se refiere al rechazo que el inmigrante
siente hacia su propia cultura, al punto de querer olvidar sus costumbres e
idioma.
La exofobia es una reacción defensiva de un grupo
inmigrante que no desea tener contacto con el contexto que lo rodea ni ser
influenciado por él.
¿Cuáles son
las condiciones de vida de la población indocumentada?
El proceso
migratorio suele suceder en medio de condiciones muy difíciles como las
siguientes:
Antes de partir,
el emigrante adquiere deudas o vende sus bienes para reunir los recursos
económicos.
En muchos casos,
debe llegar al sitio de destino por una ruta ilegal, con ayuda de personas
desconocidas y movilizándose en condiciones infrahumanas.
En el país
receptor, el emigrante tiene que adoptar nuevas formas, códigos y costumbres
de la cultura nativa, como el idioma, y debe soportar condiciones sociales y
laborales desfavorables. A esto se suman las repercusiones psicológicas y
emocionales del hecho de estar alejado de su cultura y su familia.
Muchos
inmigrantes ingresan al llamado cuarto mundo, constituido por
los millones de habitantes pobres de los suburbios en las ciudades de los
países desarrollados.
Las cifras de
inmigrantes indocumentados son actualmente muy altas, pero no son precisas
debido a la invisibilidad a la que se les somete a estas
personas.
La protección
a los migrantes
Considerando la
problemática del migrante en el ámbito internacional, se han venido promoviendo
por parte de la ONU, los Derechos Humanos del migrante, que
contienen una serie de aspectos como:
El derecho a
no migrar, para
aquellos que son obligados a hacerlo.
El derecho a
la libre movilidad del
emigrante.
El respeto a
los derechos del inmigrante: trato social justo en términos de igualdad de oportunidades, condiciones
de trabajo y salarios.
El acceso a
los servicios de
salud, vivienda, educación y participación política.
El derecho a
la identidad cultural, es decir, el derecho a ser diferente a la cultura dominante en el país de
destino.
El derecho a
ser tratado dignamente como ser humano y a no ser víctima de abusos, persecusiones y discriminaciones
por parte del Estado o de cualquier persona.
Pese a estos
intentos, aún queda mucho por hacer con respecto a la protección de los
Derechos Humanos de los inmigrantes. Ello se debe, en parte, a que los países
han desarrollado diferentes políticas migratorias según los intereses de los
Estados y la influencia de los grupos económicos dominantes.
Tipos de
políticas migratorias
Políticas de
retención. Que
consisten en retener en el país de origen a la población potencialmente
migrante, por medio de estrictos controles en las fronteras. Adicionalmente,
también se cuentan los estímulos para evitar la emigración, como el
mejoramiento del empleo y de las condiciones salariales de la población.
Políticas de
promoción. Contrarias
a las de retención, buscan incentivar la inmigración de carácter permanente o
temporal, y capturar recurso humano calificado de diversos países con fines
laborales y económicos.
Políticas de
regulación migratoria en los países receptores. Son políticas de apertura o de restricción
diseñadas por los Estados para controlar la llegada de la población inmigrante.
Si lo que se busca es la permanencia de los extranjeros, se implementan
programas para incorporar esta población a la sociedad receptora, integrándola
a sus actividades políticas, económicas y culturales. Si lo que se quiere, en
cambio, es restringir el ingreso de la población extranjera, o reducir la
población indocumentada, se implementan medidas fuertes como el castigo, la
expulsión o la repatriación.
Políticas de
recuperación en países de origen. De este estilo son medidas como: la repatriación
masiva, el rescate de población capacitada o programas que permiten que los
emigrantes aporten el desarrollo de sus países de origen, a través de
inversiones, remesas, fondos o asistencia social. Son medidas diseñadas por
naciones que buscan incentivar el retorno de sus ciudadanos, considerando la importancia
de la población para su país.
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