domingo, 29 de enero de 2017

SEMANA 38

TEMA: LA POBLACIÓN NATIVA FRENTE AL INMIGRANTE.


La población nativa frente al inmigrante

La xenofobia, la xenofilia, la endofobia y la exofobia son las categorías en que se clasifican las reacciones y conflictos que se producen por el contacto cultural entre la población inmigran­te y la nativa de un país.

La xenofobia se da cuando la población nativa rechaza y discrimina a la población extranjera. Se evidencia en la discriminación del inmigrante por sus condiciones étni­cas, culturales o religiosas, o por tener cierta nacionalidad o condición socioeconómica. Se manifiesta con actitudes agresivas, de exclusión y prejuiciosas contra los inmigran­tes, a quienes se acusa de delincuentes o portadores de en­fermedades contagiosas.

La xenofilia, al contrario de la xenofobia, consiste en sobre­valorar al inmigrante por considerarlo superior y digno de ser imitado. Es consecuencia, en gran medida, de un ima­ginario creado y alimentado por los medios masivos de co­municación, que destaca a los extranjeros como personas de carácter sobresaliente.

La endofobia se refiere al rechazo que el inmigrante siente hacia su pro­pia cultura, al punto de querer olvidar sus costumbres e idioma.

La exofobia es una reacción defensiva de un grupo inmigrante que no desea tener contacto con el contexto que lo rodea ni ser influenciado por él.

¿Cuáles son las condiciones de vida de la población indocumentada?
El proceso migratorio suele suceder en medio de condiciones muy difíciles como las siguientes:

Antes de partir, el emigrante adquiere deudas o vende sus bienes para reunir los recursos económicos.

En muchos casos, debe llegar al sitio de destino por una ruta ilegal, con ayuda de personas desconocidas y movilizándose en condiciones infra­humanas.

En el país receptor, el emigrante tiene que adoptar nuevas formas, códi­gos y costumbres de la cultura nativa, como el idioma, y debe soportar condiciones sociales y laborales desfavorables. A esto se suman las re­percusiones psicológicas y emocionales del hecho de estar alejado de su cultura y su familia.

Muchos inmigrantes ingresan al llamado cuarto mundo, constituido por los millones de habitantes pobres de los suburbios en las ciudades de los países desarrollados.

Las cifras de inmigrantes indocumentados son actualmente muy altas, pero no son precisas debido a la invisibilidad a la que se les somete a estas personas.

La protección a los migrantes

Considerando la problemática del migrante en el ámbito internacional, se han venido promoviendo por parte de la ONU, los Derechos Huma­nos del migrante, que contienen una serie de aspectos como:

El derecho a no migrar, para aquellos que son obligados a hacerlo.

El derecho a la libre movilidad del emigrante.

El respeto a los derechos del inmigrante: trato social justo en térmi­nos de igualdad de oportunidades, condiciones de trabajo y salarios.

El acceso a los servicios de salud, vivienda, educación y participa­ción política.

El derecho a la identidad cultural, es decir, el derecho a ser diferente a la cultura dominante en el país de destino.

El derecho a ser tratado dignamente como ser humano y a no ser víctima de abusos, persecusiones y discriminaciones por parte del Estado o de cualquier persona.

Pese a estos intentos, aún queda mucho por hacer con respecto a la pro­tección de los Derechos Humanos de los inmigrantes. Ello se debe, en parte, a que los países han desarrollado diferentes políticas migratorias según los intereses de los Estados y la influencia de los grupos económi­cos dominantes.

Tipos de políticas migratorias

Políticas de retención. Que consisten en retener en el país de origen a la población potencialmente migrante, por medio de estrictos con­troles en las fronteras. Adicionalmente, también se cuentan los estí­mulos para evitar la emigración, como el mejoramiento del empleo y de las condiciones salariales de la población.

Políticas de promoción. Contrarias a las de retención, buscan incen­tivar la inmigración de carácter permanente o temporal, y capturar recurso humano calificado de diversos países con fines laborales y económicos.

Políticas de regulación migratoria en los países receptores. Son políticas de apertura o de restricción diseñadas por los Estados para controlar la llegada de la población inmigrante. Si lo que se busca es la permanencia de los extranjeros, se implementan programas para incorporar esta población a la sociedad receptora, integrándola a sus actividades políticas, económicas y culturales. Si lo que se quiere, en cambio, es restringir el ingreso de la población extranjera, o reducir la población indocumentada, se implementan medidas fuertes como el castigo, la expulsión o la repatriación.

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Políticas de recuperación en países de origen. De este estilo son medidas como: la repatriación masiva, el rescate de población ca­pacitada o programas que permiten que los emigrantes aporten el desarrollo de sus países de origen, a través de inversiones, remesas, fondos o asistencia social. Son medidas diseñadas por naciones que buscan incentivar el retorno de sus ciudadanos, considerando la im­portancia de la población para su país.

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